X

Novedades

Reserva tu Hora

Rodrigo Latín: “En Clínica Biobío me salvaron la vida

Advertir las señales que su cuerpo le estaba enviando y la oportuna atención médica que recibió en el Servicio de Urgencia, lograron salvarlo de la condición crítica que vivió tras un ataque al corazón.

El día del infarto, Rodrigo tenía 47 años. Era un hombre sano que practicaba deporte con regularidad y sin antecedentes de enfermedades crónicas. “Esa mañana desperté con una pesadez en todo el cuerpo. Una molestia generalizada que nunca antes había sentido”, dice el paciente.

Se levantó, hizo lo que normalmente hacía antes de ir a su trabajo y partió a Coronel donde desempeñaba sus funciones. En el camino decidió desviarse. “Todavía no sentía dolor, pero sabía que tenía que irme rápido a la clínica porque no estaba bien”, relata.

A primera hora llegó al Servicio de Urgencia de Clínica Biobío. Recuerda que no alcanzó a estar un minuto en la sala de espera cuando lo llamaron para atenderlo. Mientras el médico lo examinaba y le preguntaba por sus síntomas, Rodrigo se desmayó.

Su corazón permaneció sin latidos y sus pulmones sin función respiratoria por cerca de media hora, hasta que el profesional que lo estaba atendiendo logró reanimarlo con masaje cardíaco. “Lo conectamos a ventilación mecánica para que pudiera respirar y le practicamos un electrocardiograma que mostró signos de un infarto agudo al miocardio”, cuenta el Dr. Luis Pérez, cardiólogo intervencionista y jefe de Cardiología y Hemodinámica de Clínica Biobío.

Rodrigo fue trasladado de inmediato a la Unidad de Cardiología Intervencionista, donde le realizaron una coronariografía -examen radiológico que permite visualizar los vasos que transportan la sangre al corazón- que reveló una oclusión total de la arteria coronaria.

“Rápidamente, hicimos una angioplastia para abrir la arteria ocluida y una tromboaspiración que nos ayudó a destaparla, complementando con un tratamiento farmacológico antiplaquetario, es decir, que evita la formación de más coágulos. Así, conseguimos implantar de forma satisfactoria un stent, que es como un pequeño tubo de malla de metal que se expande dentro de la arteria para evitar que vuelva a cerrarse”, explica el Dr. Pérez.

Luego de 72 horas, Rodrigo logró ser estabilizado. Cuando despertó, tenía daño cerebral transitorio, por el tiempo que estuvo sin recibir oxígeno, pero fue recuperándose de forma paulatina tras 2 semanas de hospitalización en la clínica.

“Me atendieron maravillosamente bien. Cada una hora me iban a evaluar los signos vitales. Como venía casi volviendo de la muerte, estaban siempre pendientes de mi evolución”, afirma el paciente. “No tengo palabras para agradecerle a todo el personal la atención que me brindaron. Me salvaron la vida. Cuando veo a alguien con problemas de salud, le digo que se vaya directo a Clínica Biobío”, agrega.

Según el Dr. Pérez, lo importante de este caso es que se actuó tan rápido y eficazmente que el corazón de Rodrigo quedó sin secuelas. “Esto significa que cuando miras sus exámenes actuales y evalúas el músculo cardíaco, que es lo que logramos salvar, ves que el funcionamiento y movimiento de su corazón quedaron absolutamente normales”.

Y así se siente Rodrigo. Han pasado 8 años desde que tuvo el infarto y la intervención en Clínica Biobío, y hoy día sigue recorriendo kilómetros en bicicleta, subiendo y bajando cerros, ejerciendo su profesión de ingeniero civil industrial y disfrutando la vida.

 



Ver más novedades

Separacion